Federico I

M
ejor conocido como “Barbarroja”. Hoy en día es famoso gracias al Age of Empires II. Si uno quiere ser más refinado cita al Barbarroja de Pacaut, a su cruzada explicada en detalle por Loud, al inmejorable retrato que nos deja Cardini y, por qué no, al cronista Otón de Frisinga.

El artículo también sirve para todos aquellos que conocemos a Federico Barbarroja (entre los que me incluyo) con las “campañas del Age”.Dejamos de lado los anacronismos, ya que la Orden Teutónica se fundó luego de la muerte del emperador y que los Caballeros, ¡obviamente!, iban montados.

Hablaremos de su juventud de ensueño, su “vida profesional” y la “vida cotidiana”.

Su vida es tan intensa como Bad Romance interpretada por Lady Gaga o la violinista Caitlin de Ville; esos sonidos graves pueden parecer una batería; pero no es así: es el galope del emperador-caballero que jamás se queda quieto.Podrán reprocharle muchas cosas, menos una: en su vida, como en esas canciones, sobra intensidad.

Para simplificar haremos tres partes: Juventud (1122-1152), Madurez (1152-1177) y Senectud (1177-1190).

 

Un joven señor de cabellos rojizos (1122-1152)

 

Fue educado en el monasterio de Lorch y, probablemente,desde los quince años empezó a administrar el ducado de Suabia; a los veinticinco años ya era duque. Pasó su primer juventud rebelándose a su tío paterno, el emperador Conrado, junto con su otro tío materno, Güelfo VI de Memmingen.

A los veinticinco años participa de la segunda cruzada; en esa expedición Conrado, según J. Phillips, peleando contra los turcos, recibirá una tremenda herida en la cabeza que lo llevará a la tumba.

Si algo le falta a nuestro joven paladín es un aspecto físico digno: una magnífica sonrisa que llegaba a inspirar miedo,con unos dientes blanquísimos; su rostro era afilado, gentil y daba la impresión de que estaba a punto de sonreír; su expresión solía ser jovial, cálida,pasional, también podía ser feroz y terrible; era magnánimo, animoso en las arduas empresas; equilibrado; damos por descontando su gran sentido de justicia.

Su primera esposa fue Adela de Vohburg, ese matrimonio fue para afianzar su posición territorial dentro del ducado; gracias a Dios tenía un parentesco de 6° que hasta el IV Concilio de Letrán era considerado prohibido: después sólo lo es dentro del 4°, antes era hasta el 7°.

Su segunda esposa, cuando ya era un “emperador exitoso”, fue la hija del Conde de Macôn, Beatriz, que tenía una política agresiva hacia el reino de Arlés, éste era parte del Imperio. Vino bien citar Bad Romance; uno se imagina a la condesita gritando “Allyourloveisrevenge”. Era muy común que justo a la creída más ignorante e inaguantable (e hija del rival) la asignaran como esposa del feliz heredero para acabar con las querellas dinásticas. Eso le pasó a Joinville y también a nuestro héroe. El matrimonio pudo decirse que fue un “éxito” y hubo algo parecido al amor y tuvieron un feliz “Bad Romance”.

Así era el joven duque de Suabia: glorioso, en un primer plano de la política alemana;un eximio guerrero cruzado, ¡podía darse por satisfecho! Pero recién comenzaba.

 

Etapa de Madurez: El Sacro Emperador Romano (1152-1177)

 

“Así que quieres oír la leyenda de Federico Barbarroja…” comienza el relato en la campaña de Barbarroja. Más que “acabar con todos los príncipes alemanes”, como dice el narrador, debe “reorganizar Alemania” para que llegue a ser cómo se la conoció durante el resto del Medioevo y la Edad Moderna.

Dio fin a la anarquía causada por las luchas de los “Güelfos” y “Gibelinos”: términospropios de Italia; en sus orígenes (1140) representaba la lucha entre los señores Welf y los Weiblingen. Como él pertenecía a los Welf, por su rama materna, y a los Hohenstaufen, por su rama paterna, se convierte en la Piedra Angular necesaria para la paz.

Los diferentes príncipes eran, además de los tres grandes príncipes eclesiásticos (Maguncia, Tréveris y Colonia), los señores laicos de Austria, Sajonia, Baviera, Borgoña, Suabia y Bohemia. Enrique Jasomirgott (“Así me ayude Dios”), hijo de San Leopoldo III de Austria, luego de un acuerdo con Barbarroja es elevado, con el PrivilegiumMinus, a Duque de Austria con una extensión en sus territorios. Guëlfo de Memmingenes “apacentado” con la Marca de Toscana y el Ducado de Spoleto. En Bohemia estaba Ladislao II, y su hijo Adalberto llegó a ser un ejemplarísimo arzobispo de Salzburgo. En Sajonia estaba Alberto el Oso, pero luego pasó a ser Margrave de Brandeburgo y se convirtió en el principal rival de la cabeza de la facción güelfa: Enrique el León, señor de Baviera y Sajonia, que obtuvo los ducados a cambio de su apoyo.

Federico muestra no sólo una inteligencia rápida y creativa,también una increíble autoridad para organizar de modo eficaz un Imperio alemán libre, dentro de lo posible, de querellas internas mediante las famosas “Paces Territoriales” (Landfriede); además de las otras medidas que son mencionadas por el narrador en la campaña: fijar el precio del trigo al final de las cosechas para evitar la especulación y otras medidas secundarias con el fin de garantizar la paz y la justicia.

Hildegarda de Bingen se entrevistó una vez con el emperador y su aureola gloriosa de cruzado, fresca todavía en las memorias de todos. La santa le tenía un notable respeto y hasta 1164 tendrá un tono sereno y confiado hacia el monarca. Afortunadamente, la santa no murió sino hasta un par de años después de que el Papa y el Emperador se reconciliaran.

 

Polonia

 

La gran expedición polaca no merece una campaña propia en el Age of Empires, solamente se redujo al rey Boleslao a reconocer la soberanía imperial y Silesia es elevado a Ducado. No tuvo ninguna consecuencia especial más que recordar la vieja supremacía alemana desde los tiempos de Lechfeld.

 

El Papa y el Antipapa. Segundo Viaje a Italia (1158-1162)

 

Es cierto que Federico cruza los Alpes con, aproximadamente, unos 5.000 guerreros(de los cuales 1.800 eran caballeros) para su coronación; en cambio, en su retorno a Italia, viene acompañado por contingentes de caballeros húngaros.

Tenía en mente poner en marcha lo establecido en la Dieta de Roncaglia: retomar el gobierno del reino de Italia. Pero las cosas habían cambiado mucho: ya no existía el “reino” más que nominalmente; los nobles que aún quedaban en pie estaban en contra de las comunas nacidas al desplazar a los obispos del poder en las ciudades. A su vez, el comercio generaba una red de oposiciones que sólo se arreglaban mediante la guerra y las alianzas. Era muy normal ver alianzas contra vecinos y coaliciones lideradas por las grandes ciudades. Milán, la principal ciudad lombarda, tenía sus propios aliados; Pavía, la capital del reino, tenía los suyos. Y los nobles variaban: algunos apoyaban al emperador, otros a las ciudades.

Uno de los grandes nobles, Guillermo V marqués de Montferrato, fue un “incondicional” de Federico; también fue el padre del rey de Jerusalén, Conrado.

El deseo de ser “Rey de Lombardía” también creaba fricciones con el Papado. No es el momento de hablar de las Querellas de las Investiduras porque requeriría retornar a la época de Marozia y las andadas de los romanos que provocaron la intervención imperial. Sí tenemos que saber que con las “Querellas” se hundieron tanto el Papado como el Imperio.

Solamente diremos que la elección papal no fue completamente transparente o canónica, faltó cumplir las reglas: unanimidad.

Barbarroja quiso mediar entre los “dos papas” convocando un Concilio en Pavía que saneara las irregularidades. Este es un punto curioso que me sorprende: un genio como Cardini debería saberlo mil veces mejor que yo. Pienso que Federico imitaba al emperador San Enrique de Alemania que más de una vez intervino, para bien, en los asuntos de la Iglesia; seguramente estuvo presente, Federico, en la canonización de Enrique (1147) y quiso hacer lo mismo. Esta vez al emperador le salió mal porque Alejandro III, apoyado por la mayoría de cardenales, excomulgó a Federico y al anti-Papa.

El impulsor del anti-Papa fue Reinaldo de Dassel. Hablaremos unas pocas palabras sobre este “hombre nuevo” de Federico (también lo fue Cristián de Buch, luego arzobispo de Maguncia y principal lugarteniente del emperador en Italia). Era hijo de un poderoso conde sajón,hizo una carrera eclesiástica, una suerte de “Becket” alemán; fue muy necesario para llevar a cabo la centralización de poder requerida por Barbarroja. Si bien no tenía una mente “creativa” era un eficaz “ejecutivo”. Nunca habría llegado más lejos de lo que llegó, nunca habría sido un “líder”, pero cumplió con su modesto y necesario papel.

Reinaldo también llevó las reliquias de los Reyes Magos a Colonia, su sede arzobispal. Era parte de la “propaganda” imperial. También empujó la “canonización” de Carlomagno (Navidad de 1165). Murió un par de años después, a la vuelta de su última victoria:la batalla de Monte Porzio. Entre los victoriosos imperiales estaba un eterno rebelde siciliano: Roberto di Loritello. Los imperiales ganaron a pesar de estar superados 10 a 1 por los romanos.Su sucesor en la cátedra: Felipe de Heisnberg. Hasta Mondragón estuvo en Colonia, como dice la canción:¡Viva Colonia!

Durante esta querella el hijo del duque-rey de Bohemia era arzobispo de Salzburgo; cuando lo amenazaron con quitarle los feudos y beneficios, respondió que se habría quedado con el gobierno espiritual de la diócesis; de ese modo les dio, a los imperiales, el golpe más duro: la renuncia a los privilegios temporales. Un gran gesto que ha quedado en el olvido;esperemos que le valga, algún día, su canonización. San Agustín a lo largo de sus sermones da a entender, no con estas palabras exactas, lo siguiente: cuando se sirve a Dios, tarde o temprano, interior o exteriormente, se tiene que renunciar a lo temporal.

 

La Liga Lombarda: Milán y los milanos. El infausto Legnano.

 

Al ser coronado emperador, Barbarroja pretendía era retornar las cosas a un estado similar a la muerte del emperador San Enrique II (1024), esto es: que la corona de Italia significase algo más que un vacío título nominal. ¡Pero habían pasado más de 130 años!

El emperador comienza su carrera “profesional-imperial” en Italia en 1155 y desde el inicio su principal rival sería la comuna de Milán. Esta ciudad, con una inmejorable posición estratégica, ya era famosa en los tiempos de Constantino gracias al Edicto. Se destacó a lo largo de toda la historia moderna por las “Guerras de Italia”, el eterno duelo entre el cruzado Carlos V y el molusco descerebrado de Francisco I por el Milanesado y Borgoña.

Actualmente es una de las capitales de la moda y hogar del “super-A.C. Milan de los 90’s”, que ganó tantos trofeos y entre ellos se puede contar al más famoso entre los “milanos”: Roberto Baggio.

Es cierto que las batallas de Barbarroja comienzan en la misma Roma, cuando en la víspera de su coronación los imperiales son atacados por los ineptos romanos; pero no cuenta esa batalla ni el ataque a Spoleto porque fue algo no planeado, inesperado.

Sí empieza con Brescia, y termina con Brescia. Digo “empieza” y “termina” porque en esa ciudad termina (año 2004) la carrera de otro “milano” que asoló Lombardía durante un largo tiempo: Roberto Baggio.

Luego de conquistar Brescia, avanzó contra Milán: ciudad famosa a la cual se le dedica (y con justicia) una etapa de la campaña de Barbarroja. En el juego, la “Guardia del Río” no es más que el castillo de Trezzo, llamado “la Llave de Milán” que vigilaba el río Adda. A Crema, ciudad enemiga durante esa misión, Barbarroja la hizo “crema”.

Entonces nace la “Societas Lombardorum” compuesta por Milán y sus aliadas: Brescia, Piacenza y Crema.De acuerdo a Roncaglia era ilegal establecer “pactos/alianzas”.

Conquistada Milán, fue destruida y los ciudadanos dispersados a lo largo de la llanura lombarda. Es cierto que cerca de la ciudad de Carcano (supuesta aliada durante la misión) sufre un revés ante los milaneses; los aliados imperiales más firmes eran los cremoneses, paveses y todos los enconados enemigos de la prepotente Milán.

Cansados los veroneses de la rapacidad de los funcionarios imperiales, se unieron con sus vecinos y nace la Liga Veronesa; la respuesta: un duro raid en el territorio veronés.

Nos imaginamos a Federico Barbarroja, con armadura y lanza en ristre, asolando los campos de los enemigos; igual Roberto Baggio, “ilCodino”, que devastaba el Calcio con su colitaal viento. Ambos eran igual de imparables. Lanzados al campo de batalla… Rebasando a los rivales… ¡Nadie los podía parar!

Nos gusta imaginarnos al emperador tan veloz a caballo como Baggio: hombres que podían desequilibrar el tablero (y de hecho, marcaron sus tiempos en Lombardía).

Luego siguió, en otros viajes a Italia, con correrías en el Milanesado. Siempre victorioso, claro está.

En 1167, los italianos, envidiosos de que él era maravilloso y un poco “tiranuelo”, lo asediaron en Pavía. Y tuvo que “tomar las de Pavía”, expresión que se hizo famosa gracias al minusválido mental de Francisco I de Francia; expresión que figura en la novela Simplicius Simplicissimus de von Grimmelshausen, que nació en Gelnhausen (fundada, precisamente, por Federico Barbarroja).

El emperador huyó a Alemania y los italianos unieron a todas las ligas y nació (el 1 de diciembre de 1167) la “Liga Lombarda”.

Federico, antes de volver, tiene varios coloquios con Enrique el León y la leyenda dice su respuesta cuando le pide ayuda militar:“Arrodíllate frente al León”.Esa frase dice cuando, durante la misión de La Liga Lombarda, pasa de aliado a enemigo y nos traiciona.

Desde noviembre de 1154 hasta el día 29 de mayo de 1176 tenemos…¡22 años! La misma cantidad de años que duró la carrera profesional de Roberto Baggio. Podemos decir: le dedicó una vida (en realidad, le llegó a dedicar 38 años Barbarroja a Italia). Y los dos quedaron marcados por un simple día: Legnano y la final de 1994 (17 de julio).

El día de Legnano, la vanguardia imperial (300 caballeros) le ganó la escaramuza a los italianos (700 caballeros; sí, más del doble). Federico, confiado por esa victoria inicial, largó la carga de sus 4.000 caballeros y el ejército comunal de la Liga, que contaba con una descomunal superioridad numérica, por única (y decisiva) vez le ganó al emperador-caballero. Y ese día, el 29 de mayo de 1176, el sueño de Federico, restaurar la antigua gloria del Imperio, se fue “por arriba del travesaño”.

El desastre de Federico nos queda demasiado distante. Por eso es bueno recurrir a otro astro: Roberto Baggio. Él tenía su camiseta número 10 que le quedaba como una túnica, colita al viento y todos decían su nombre: Roberto Baggio (/Bayyo/). Y en el Rose Bowl, frente a más de 94 mil personas, después de empujar a su equipo a lo largo de todo un Mundial con notables golazos, siendo el alma y talento del equipo, así como Federico era el estandarte de los imperiales, tuvo que patear un penal decisivo: Baresi volvía de una lesión, lo erró; Massaro, tiró una “massita”; aunque Roberto Baggio hubiese convertido el penal… ¡Pagliuca tenía que atajar el otro! Agotado, exhausto, ¡lo erró!

Roberto y Federico, dentro de sus genialidades, les gustaba jugar “al límite”. Roberto Baggio ha hablado hasta el hartazgo de ese penal, dice: “no lo voy a superar”. Luego no fue lo mismo, convirtió el penal para la “squadra azzurra” en 1998, recuerdo ese viernes como si fuese ayer.Y he acumulado información sobre el tema hasta que finalmente llegó la “novedad” en un libro que compré: una foto de Roberto Baggio tomada en el instantes siguiente después de errar el penal;ahí uno aprecia la tremenda cicatriz que tiene en su rodilla derecha, el recuerdo de una de sus tantas operaciones. Por supuesto que el dolor físico no se compara al dolor moral de los sueños que se escapan (y que nunca, nunca van a volver).

Ambos, Federico y Roberto, no dejaron de ser impresionantes por esos eternos y fatales días;las cicatrices externas no son más que el reflejo de las lesiones internas.

Nos gustaría que la vida sea como Edge of Tomorrow: el Mayor “reseteaba” y volvía a vivir el mismo día, lo cual era sumamente gracioso; muchísimo más gracioso es cuando el mismo Ángel de Verdún lo “reseteaba” porque algo había hecho mal.

La realidad, incluso para los astros, suele ser dura, muy dura. La lección que aprendí a los 10 años en 1998 es que “no era lo mismo”, no era el mismo Baggio de 1994.

Pero por algo son leyendas: pudieron superarse a pesar de sus heridas. El tema no es llegar a la cima, el reto llega cuando uno, en la cima, se estrella: ¡levantarse tanto por dentro como por fuera!

 

Senectud (1177-1190)

 

Tal vez este sea el momento más… grande y más triste. Hace campañas contra Enrique el León y lo vence; le da opciones: cruzadas o exilio. Enrique elije lo segundo. Respecto a su gran “rival”, Alejandro III, se hacen amigos en la Paz de Venecia. Una paz lograda, en gran parte, gracias a Cristian de Buch, Arzobispo de Maguncia; el fiel servidor, siempre batallador, era un gran diplomático también. No se aprecia suficiente su figura, pero sí lo hace Cardini; es cierto que Federico podría haber puesto a otro en su lugar, era una suerte de “lugarteniente” y siempre son reemplazables porque no son “el alma del equipo”, no son “el corazón”; sí son, a lo sumo, un talento más.¡Pero se necesitan!

Tenemos a un Barbarroja que ya está viejo, que pasa los cincuenta años y comienza a despegarse lentamente del poder. Ve que todos sus “pares” se van muriendo y van desapareciendo y él, lentamente, va dejando el poder a sus hijos. Y emprende la marcha “hacia la casa del Padre”: volvía a ese “lejano sueño de juventud, hacia el recuerdo de ese muchacho generoso y valiente” dice Cardini.

Si algo le faltaba a Barbarroja para coronar su vida fue llevar a sus hombres a una victoria capaz de “revertir” el historial contra los turcos en Iconio el 18 de mayo de 1190. Llegar hasta la capital del sultanato turco fue una verdadera epopeya y revirtió cien años de malos recuerdos para los cruzados. Esa victoria impresionante corona la grandeza personal como líder y militar: vencer a los turcos en condiciones adversas después de una larga y ardua marcha coronada por muchas victorias, pocas bajas humanas y notables bajas materiales. Para cuando murió, el domingo 10 de junio de 1190,el emperador no podía ser más legendario; ya había saldado todas sus cuentas.Su muerte es muy bien precisada por los autores de la Historia de la Iglesia (II Tomo) de la BAC:“ocaso triste y glorioso de un glorioso emperador”.

 

Apreciación de Federico Barbarroja

 

No hay duda alguna que leer cualquier biografía de Barbarroja es algo que ayuda a uno a comprender el elevado nivel humano-político-social-militar de Federico; siempre que uno vuela bajo sirve para inspirarse. Puso a toda Europa en movimiento: todos los reinos no le quitaban el ojo de encima. Y sobre su intensidad: siempre vivió en movimiento, como si fuese Roberto Baggio en la cancha. El mismo capellán y secretario del emperador escribe sobre la cantidad de veces que tuvo que ir a Roma (40 veces desde Alemania); además de estar siempre listo, en cualquier momento, para celebrar una misa. Hay una larga lista de servicios cumplidos, pero creo que con la exuberancia de esas dos es más que suficiente.

Federico no pudo “revertir” el tiempo.Revirtió algunas cosas, eso sí que es impresionante, por ejemplo: la victoria impresionante ante los turcos; pudo consolidar otras: la Casa Hohenstaufen en Alemania; y toleró otras: las comunas en Lombardía.

Las distintas facetas de Federico son brillantes, y duras. Así fueron sus hijos: brillantes y duros. Enrique llegó a ser rey de Sicilia, murió antes de encabezar su cruzada; Federico comandó la cruzada de su padre hasta morir en Acre; Otón y Conrado no llegaron a grandes logros; finalmente,el menor, Felipe, llegó a ser candidato a emperador y lo asesinaron en el transcurso de la guerra civil.

No todo fue brillante, a pesar de que todo indica que su vida personal no dejó nada desarreglado. Más de una vez fue un tanto “tiranuelo”, pero así denominaban a todos los reyes que intentaban de poner un poco de orden y uniformidad. Además, Lombardía sin rey era una zona condenada a una violencia endémica donde regía la ley del más fuerte.

Al margen de todos sus logros, múltiples y variados, y dejando de lado las magníficas reflexiones históricas, son las lecciones personales las más valiosas: Federico es un hombre que supo vencer las mezquindades de la vida.
Romano Guardini, cuyas obras rezuman sabiduría, en Las Edades de la Vida nos explica cómo el hombre va tendiendo a hacerse, en general, más y más mezquino; mientras que en Federico se daba lo contrario. Este último detalle, de cómo terminar su vida, probablemente fue el ejemplo más claro de la grandeza que siempre lo acompañó desde su juventud.

Dante, en el Purgatorio (XVIII), dice sobre el buen Barbarroja que Milán, dolida, aún habla de él. Hildegarda de Bingen lo llamó “Espejo de Príncipes”, ahora podemos imaginarnos la razón.



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