El primero de los príncipes en tomar la cruz es Ricardo, quien luego será conocido como “Corazón de León”. El primero en responder es Guillermo II de Sicilia, quien había participado, anteriormente, contra: los piratas musulmanes, el Imperio Bizantino y, principalmente, Egipto.
Si bien el rey siciliano muere al poco tiempo, su flota salva los principados de Trípoli y Antioquía.
El segundo en acudir es el veterano Federico I Barbarroja, participó y tuvo un papel notable en la anterior cruzada como duque de Suabia, ahora lideraba una como emperador. Restableció la superioridad militar frente a los turcos en una impresionante batalla frente a los muros de Iconio, la capital del sultanato, y reposó en ella cinco días antes de seguir la marcha. El ejército alemán era el más prometedor de toda la cruzada…
Pero el sueño fue corto. Barbarroja murió el 10 de junio de 1190 en el río Selef; su hijo Federico de Suabia, hizo lo que pudo para conducir a los restantes caballeros alemanes frente a los muros de Acre, donde meses después murió.
Ricardo, ya rey de Inglaterra y señor del Imperio Plantagenet, hizo un acuerdo con Felipe II de Francia. Se reunieron en el reino siciliano y luego de proseguir con su camino, una tormenta, al azar, empujó a Ricardo frente a las aguas de Chipre. La rudeza del gobernador de la isla obligó a Ricardo a conquistarla y así se ganó un bastión cruzado que duraría cerca de cuatrocientos años.
Finalmente, todos los ejércitos cruzados (alemanes, italianos, franceses, ingleses y otros) se encontraron en Acre. Hay una larga controversia por la ejecución de prisioneros musulmanes. Ya sabemos que Saladino no era ajeno a las ejecuciones de prisioneros (y no sólo en la batalla de Hattin), pero esta vez quienes lo hacen son los cruzados. Imagino que por eso impacta tanto, si la masacre era por parte de los turcos, mongoles, o lo que sea, tal vez no sería un hecho notorio.
Algo que precipitó el suceso fue la inexperiencia de Ricardo lidiando diplomáticamente con los musulmanes; en Europa solían ser más frontales, a lo sumo, aplazaban las contiendas. Ricardo, finalmente, pierde la paciencia y manda a ejecutar a la guarnición de Acre; Saladino, para no ser menos, también ejecuta a los prisioneros cristianos bajo su poder. Otras versiones de la historia dicen que Ricardo pensaba que Saladino era deshonesto en su negociación y por esas razones acaba con las negociaciones y el sultán procede a ejecutar a los prisioneros; el rey inglés no lo hace sino hasta que vence el plazo que estaba estipulado. Es un hecho lamentable, que empaña la cruzada; por otra parte, es bueno ver los hechos en su totalidad. Esto implica: saber que las masacres de prisioneros eran costumbre con los turcos; que las durante las campañas de Saladino se ejecutaron prisioneros, y no solamente en la batalla de los Cuernos de Hattin, como uno pensaba; que Saladino, a su vez, también ejecutó sus prisioneros; y, en todo caso, el peor de los musulmanes, con 33 campañas contra ellos, fue el mismo Saladino con el pretexto de unificarlos bajo su poder para luchar contra los infieles.
Así como la aparición de la flota siciliana marcó el límite a las conquistas de Saladino, la recuperación de Acre fue el inicio del retroceso del sultán. Después de Acre, el ejército marchó a lo largo de los arenales de Haifa; a lo largo de la marcha, fueron hostigados por el ejército de Saladino y, ante la negativa del sultán para llegar a un acuerdo, el Rey Ricardo dispuso una formación de combate.
La batalla de Arsuf.
Ricardo estableció una formación de batalla: la infantería en el flanco, cubriendo a la caballería; los ballesteros, detrás del muro de escudos de la infantería, para mantener a raya a los algareros turcos; la caballería, entre la infantería y la flota, que cubría el otro flanco. De ese modo, la marcha hacia el sur fue sin problemas.
En Arsuf, al norte de Jaffa, llegaron al límite los hospitalarios que mandaron la carga y otros los siguieron; Ricardo, por su parte, dio la orden a toda la caballería de cargar también. La infantería se hizo a un lado, dejando pasar a los caballeros y, sencillamente, siguieron como pudieron a sus compañeros de armas.
La derrota del ejército sarraceno fue total, Saladino se salvó solamente gracias a la intervención de la guardia mameluca, y de alguna manera se revirtió (al menos en el campo de batalla) el gusto amargo que les quedó a los caballeros después de Hattin.
Jaffa, Ascalón, Daron.
Ricardo reconstruyó Jaffa, avanzó hacia el sur; llegó incluso un par de veces hasta Jerusalén, una vez de ellas sin escolta y la otra vez el clima fue adverso a tal punto de que, a causa de la lluvia, era imposible levantar una simple tienda de campaña.
(Tuve la suerte de que llovió uno de los días que estuve en Jerusalén y, a decir verdad, era un mar lo que afluía por mis tobillos cuesta abajo).
Avanzó hasta la fortaleza de Daron, que tomó por asalto luego de cinco días de asedio. Proyectó una campaña a Egipto, aprovechando la presencia de las flotas italianas pero terminó desechando el proyecto a causa de que carecía de suficientes fuerzas. No obstante, las siguientes cruzadas, en adelante, retomarán su proyecto.
Al llegar a un punto muerto, optó por acercarse al hermano del sultán, Al-Adil, que admiraba al rey inglés e intentó de llegar a un acuerdo; por otra parte, Saladino estaba negociando con Conrado de Montferrato y los barones franco-sirios.
Después de los intentos fallidos de Saladino para retomar alguna ciudad, se llegó a una tregua. El reino de Jerusalén quedó disminuido notablemente y será, con algunas adiciones y algunas pérdidas, el territorio definitivo hasta su caída cien años después del Tratado de Jaffa.