Esta vez los turcos los estaban esperando, y diezmaron los ejércitos cruzados cuando éstos atravesaron los territorios enemigos; pero la caballería, a grandes rasgos, sobrevivió intacta. Después de huir histéricamente en los encontronazos, podía decirse que estaban sanos y salvos pero con la dignidad muy mellada.
Una vez salvadas todas las discrepancias y tensiones entre los europeos y barones locales se estableció conquistar Damasco. La campaña fue sumamente breve. Los cruzados acusaron a la nobleza local de “venderse” a los musulmanes y los locales de las ambiciones de los barones europeos, entre ellos acusaron al Conde Thierry de Flandes.
No se ganó nada y se destruyeron las excelentes relaciones diplomáticas con la ciudad de Damasco, el centro de gravedad en Siria tan necesario frente al avance de Zengi.